Archive for May, 2010


Les anuncio que hoy hablaremos de tetas y crisis económica. En un mundo repleto de tecnología, donde la realidad y la fantasía son sinónimos, las catedrales del consumo sirven como un espacio donde los consumidores interactúan con los productos sin la obligación de comprar, creando un revolucionario escaparate. La relación con los productos ha suplantado a la religión, pues los consumidores acuden a modo de peregrinación a las grandes superficies comerciales. El nuevo milenio ha supuesto la catarsis del hedonismo, la popularización del lujo, del chic “low cost”.

Hemos llegado a la era del “personismo” como definió Verdú. Dicho personismo constituye el producto supremo del capitalismo de ficción. Con él, la nueva etapa del sistema efectúa el simulacro de la recuperación de la persona, el rescate del amor al prójimo y el “reality show” de una nueva comunidad a través del bucle de la conectividad consumista, tecnológica y mercantil.

De la tecnología al altermundismo, desde los grupos “indie” a los hinchas de fútbol, de las asociaciones de consumidores a las tribus urbanas, el personismo se reproduce en el convencimiento de que nuestra vida desmerece si no se comparte o se conecta. Y este compartir nos lleva a la obsesión de la estética. La guerra contra la fealdad  el sobrepeso viene a ser como la otra batalla contra la discriminación, puesto que en todas partes los obesos suelen cobrar menos y existe una estrecha relación entre belleza y privilegios. Metrosexuales, heterogays, lady gagas, ubersexuales… Conceptos que definen una estética por la que comprar, morir y transformarse.

Los españoles nos hemos lanzado a la orgía del consumo y la autocomplacencia que se traduce en que hemos alcanzado el primer puesto en operaciones de cirugía estética en Europa y uno de los primeros del mundo (sólo superados por los Estados Unidos, Brasil y Argentina). En total nos gastamos la friolera de 800 millones de euros al año en cortar y pegar aquello que no nos gusta de nuestro cuerpo. Esto supone que se practiquen alrededor de 400.000 operaciones anuales con una media de gasto de 2.000 euros. Su popularización es tal que se ha incluido como uno de los valores de consumo del IPC. El perfil del consumidor es ahora de lo más común: amas de casa, funcionarios y una alarmante cifra de adolescentes con padres descerebrados que utilizan la cirugía como premio. Las mujeres siguen siendo mayoría de las usuarias y suman entre el 70 y el 80 por ciento de las operaciones, siendo el aumento de pechos la cirugía más demandada.

Las mujeres del arco mediterráneo están a la cabeza en cuanto al tamaño de las prótesis ya que las elijen por encima de los 330 gramos (como diría un castizo “unas pedazo de tetas”) siendo las cordobesas y las almerienses las que hacen valido el dicho ante la duda… En la media estarían las Vascas, Navarras y Madrileñas mientras que las más recatadas se localizan en Extremadura.

Toda una geografía del hedonismo.
Los hombres se decantan por el retoque de párpados, la liposucción, la mejora del abdomen y la eliminación de esos molestos pelos que cubren nuestros cuerpos orondos.

Sin embargo, la crisis ha golpeado a este feliz sector, el grifo de la financiación crediticia se ha cerrado y ha afectado a una actividad que tenía tasas de crecimiento por encima del 10 por ciento anual. El desplome lo sitúan los especialistas en alrededor del 40 y 50 por ciento.

La necesidad y deseo siguen existiendo pero la demanda debido a los problemas económicos se ha contraído. Las jóvenes de entre 20 y 30 años que antaño se embarcaban en créditos personales para pagarse el capricho del bisturí, se han encontrado en el paro o con dificultades para conseguir avales suficientes para sus anhelos. Sin embargo, la crisis ha disparado el consumo de lencería que se ha convertido en un elemento de sustitución de las operaciones estéticas, algo así como en una cirugía de los pobres. En el año 2009, la facturación de ropa íntima superó los 950 millones de euros. Las españolas adquirieron en el 2009 una media7 bragas y 3 sujetadores, consumiéndose en total 398 millones de prendas de corsetería. En cuanto a los gusto, los sujetadores con relleno son los que se llevan la palma. Este consumo es sintomático de la incapacidad de poder acceder a la operación recauchutado, todo por una apariencia neumática.

Propondremos desde ahora al Gobierno un nuevo sistema de vigilancia de la crisis: el recuento de implantes mamarios, ya que su número y velocidad de implantación son inversamente proporcionales a la capacidad de crecimiento económico. Todo un novedoso indicador fruto del hedonismo de nuestra sociedad.

Todo lo relativo a la monarquía en este país posee un aire críptico. Miedo, autocensura. presiones, cortesía, tráfico de favores, sentido de Estado, son muchas las circunstancias que convierten a toda la información relacionada con la realeza en algo complejo y complicado.No abundaré en el debate del republicanismo, me centraré en los aspectos de cómo aborda esta institución sus relaciones con los medios y la ciudadanía. La Casa de S.M. El Rey ”es el organismo que, bajo la dependencia directa del monarca, tiene como misión servirle de apoyo en cuantas actividades se deriven del ejercicio de sus funciones como Jefe de Estado”. Así lo determina el art. 1 del  Real Decreto 434/1988. El Jefe de la Casa de S.M. El Rey está asimilado al rango de Ministro y de acuerdo con la constitución -como ocurre con todo el personal al servicio de S.M.-  es nombrado y relevado libremente por el Rey. La Casa Real se compodría de la familia siendo su jefe, evidentemente el monarca.

Al mando de este organismo está el diplomático Alberto de Aza, que anteriormente se ocupó de la Oficina de Información Diplomática. Algunos lo tachan de “izquierdista”, si en el mundo de la diplomacia y la realeza españolas hay hueco para este tipo de ideas. La oficina de comunicación corre a cargo del periodista navarro, Ramón María Iribarren, y esta se encarga de las relaciones con los medios desde el pasado 15 de abril cuando sustituyó a Juan González Cebrián. Las últimas semanas Don Juan Carlos de Borbón y su hijo, Don Felipe han sido noticia por diferentes motivos. El primero por haberse sometido a una operación de pulmón en un hospital Barcelonés. Tras afirmar hace unos meses que el estado de salud del jefe del Estado era bueno, los españoles se vieron sorprendidos con la noticia de su hospitalización y operación. Un inteligente golpe de mano orquestado desde el conocimiento de que una anuncio precio hubiese inundado los medios de noticias más o menos veraces durante meses. La propia enfermedad durante esta crisis se ha convertido en algo secundario ocupando la atención de los medios elementos subsidiarios como el hospital, la profesionalidad del equipo y finalmente la elocuencia del monarca recomendando la sanidad pública (para luego ser atendido en su recuperación en una clínica privada). Por otro lado, las fotografías retocadas con diferentes uniformes del Príncipe Felipe han sido portada y comentarios en la mayoría de los medios de comunicación. Un asunto sin importancia que bien ha podido funcionar como cortina de humo con respecto a la enfermedad del Monarca.

La comunicación de la Casa de S.M El Rey deja mucho que desear, hay muchas zonas oscuras. Presiones para que no se publiquen libros como en el caso del libro sobre el 23-F de Amadeo Martínez Inglés. Ese momento de la historia de España ha sido inteligentemente vendido como un triunfo del Jefe del Estado, sin embargo fuentes solventes apuntan a una conjura palaciega reconducida. Nunca lo sabremos, pues las cintas de la centralita de la Zarzuela desaparecieron tan misteriosamente como se quemó el archivo de la Falange y la Guardia Civil. La presión más o menos sutil ha generado el retoque de la biografía de la Reina escrita por Pilar Urbano y que costó la cabeza a Juan González Cebrián (disfrazada de sustitución), debido a que se “deslizaron” comentarios no deseados considerados como nefastos. El episodio del secuestro del semanario satírico, El Jueves sólo demuestra torpeza por parte de las instituciones del Estado, la sátira es la mejor medicina para una democracia y es el mejor paliativo para cualquier organo del Estado. Una declaración del Rey en favor de la revista y en este sentido le hubieran hecho ganar enteros.

La modernización de la monarquía está capitaneada por el binomio Felipe-Letizia y sus mediáticos aliados del Grupo Prisa. Reportajes exclusivos en el País Semanal, inauguraciones de estudios radiofónicos, toda una alianza forjada a la luz de los intereses futuros. Sin embargo, quienes dirigen el entorno de la Casa de S.M. El Rey deberían conocer muy bien las reglas del Espectáculo. Los nuevos aires no deben pasar por una desmitificación del concepto regio, pues es esa idea taumatúrgica la que mantiene viva el mito y hacen que la monarquía sobreviva en un entorno cada vez más hostil.

La ocultación de cacerías de osos borrachos, los tejemanejes de Urdangarín, la eliminación casi física del papá de Froilán o los viajes semi clandestinos de la reina a Londres, son episodios que deberían ser evitados. La modernización debería venir de la mano de una política de comunicación fluída y transparente; seria y rigurosa alejándose del papel couché y ayudándose de los nuevos medios tecnológicos. El Jefe de Gobierno debe estar sujeto al escrutinio de los ciudadanos que pagan su sueldo y permiten su subsistencia no por gracia de Dios, sino por voluntad democrática. El ejemplo de esta falta de pulso es la increíblemente soporífera web de la casa real. Fotografías mal recortadas, poses imposibles, información escasa, nula elegancia y usabilidad hacen de este sitio una experiencia difícil de olvidar. Majestad, menos naftalina y mas seriedad.

Hay decisiones en el mundo del marketing que resultan incomprensibles. Hablaba el pasado jueves sobre ello con mi gran amigo y maestro Fran Ramos director de la malagueña agencia El Cuartel, y sin duda uno de los tipos que más sabe de marketing que conozco. El objeto de nuestra charla no era otro que el cambio de marca que Telefónica está acometiendo convirtiéndose en Moviestar. Ninguno de los dos entendíamos a qué responde esta estrategia, máxime cuando se conjugan dos factores. En primer lugar el cambio de identidad corporativa acometido y la campaña de posicionamiento de Movistar y que llevó a Telefónica a invertir 75 millones de euros en una gran campaña de comunicación. En segundo lugar la marca “Telefónica” es una de las que más reconocimiento posee en nuestro país. De ahí el escepticismo con que se plantea esta nueva estrategia de Rebranding.
La compañía ha desplegado una importante campaña de publicidad en todos los medios y formatos, diseñada en tres fases, desarrollada por las agencias Publicis y Mother. La primera firma la acción que anuncia el cambio de marca y la segunda la que dará a conocer, a continuación de la anterior, el reposicionamiento de Movistar.

La primera fase, que ya ha comenzado, lleva como mensaje principal es “Ahora todos los servicios de Telefónica se llaman Movistar”. En la segunda fase del cambio de marca el eslogan será “Compartida la vida es más”. Mientras que en la tercera y última etapa la idea principal girará entorno a “Premiamos tu fidelidad”. La marca Movistar quedará como gran contenedor de productos y servicios en España y Hispanoamérica mientras que en Europa se utilizará la marca O2.
Parece ser que Telefónica quedará como marca que se utilice en patrocinios institucionales, relación con grandes empresas e inversores, accionistas y empleados. Todo recuerda al cambio  emprendido por Danone y su denominación “Danet” para denominar a gran parte de sus productos.

No creo que sea la estrategia más adecuada extender la acepción utilizada por la telefonía móvil al resto de productos, y menos la campaña de comunicación emprendida. Lo más desconcertante es absoluto plagio del último spot emitido por la compañía en televisión y que es la tarjeta de presentación de la segunda fase de su campaña. Un abuelo y su nieto con enormes cabezas de gallo salen de casa para ver amanecer. El conceptualismo llevado al absurdo de la mano de un calco en planificación, situaciones y tomas de la película “Donde viven los monstruos” (Spike Jonze 2009), sustituyendo a monstruos y niño disfrazado de conejo por abuelete y retoño disfrazados de gallináceas. Finamente sobreimpreso en el cielo el mensaje «Compartida la vida es más».
¿Falta de ideas?, ¿gol colado a los directivos de Telefónica?. Si invertimos millones de euros en comunicar debemos exigir una meridiana claridad de ideas a nuestra agencia y que estas sean realmente originales, a no ser claro está, que todo este tipo de movimientos enmascaren otro tipo de cosas.

Decía el gran H. Magnus Enzensberger en uno de sus siempre lúcidos artículos que los comunes nos debíamos apiadar de los políticos, esa “clase” que vive entre los intersticios del mundo real y que no tienen ningún oficio conocido. Hoy me compadezco del pobre Zapatero, nuestro presidente de Gobierno. Su mediocridad y falta de reflejos han quedado completamente en evidencia. Un tipo de frase fácil y verbo disoluto que nos ha regalado hoy con una de sus peores (o quizás mejores) actuaciones.

Sigo preguntándome quienes son los encargados de la comunicación de nuestro presidente. Me desayunaba con el notición de que el mismísimo dirigente del Imperio Global, Barak Obama había telefoneado a ZP para solicitarle firmeza en las cuentas públicas de nuestro país. Es inaudito que una injerencia en nuestra política interior y un tirón de orejas en toda regla, sea aireado de manera feliz por el aparato de propaganda que rodea al presidente. Cualquier mente bien pensante se sentiría avergonzada y lo último que desearía que se hiciese pública una reprimenda de este tipo.

El segundo acto de este teatrillo, ha tenido lugar en el Congreso de los Diputados. Me estaba tomado yo mis Crispis con Cola-Cao, cuando escucho la intervención de ZP. Discurso monocorde, cansino, repleto de yuxtaposiciones y oraciones interminables. La oratoria de este hombre me pone realmente de los nervios y si analizamos la gestualidad… parece que un titiritero moviese unos hilos invisibles cosidos al traje de Zapatero.

De no ser por la gravedad del momento, me tendría que haber tomado un litro de café para no caer dormido perdido entre cifras, adverbios y balbuceos. Si analizamos el contenido del discurso… Todavía estoy alucinando. Todo confirma mis sospechas. El gabinete blandi-blub socialista ha metido la tijera por el sitio más fácil y mientras los bancos a los que nos hemos dedicado a ayudar anuncian beneficios estratosféricos somos los trabajadores los que pagaremos el pato de esta situación. Si no he entendido mal, el objetivo es hacer descender el déficit en 2,5 puntos para el próximo año. En vez de recortes sociales yo sería más imaginativo.
Según un muy eficiente informe de UPyD sólo eliminando las duplicidades que genera el Sistema Autonómico se ahorrarían 2,3 puntos del PIB. Ahora bajemos los sueldos a todos los políticos y asesores que hay en este país, prohibamos por decreto los coches oficiales (que superan en número a todos los de EE.UU) y tarjetas de viaje a gañote, cambiándolas por bono-buses y exijamos que nuestros políticos coticen como todo ciudadano en la seguridad social para cobrar las pensiones.
Me pregunto que estrategia adoptarán ahora los sindicatos verticales de este país. Narcotizados por los millones de los fondos de formación (que la UE ha considerado un auténtico derroche inútil), las primeras declaraciones del líder de la UGT, Candido Méndez (otro que no se apea del sillón ni a tiros) eran palabras de preocupación por los funcionarios. Este tipo parece que se ha olvidado de los casi 5 millones de parados, un lapsus imperdonable para un profesional del alambre de su talla.

El tercer acto de este entremés de Cervantes ha sido la reunión mantenida por la Ejecutiva Federal del PSOE tras los postres de los recortes. Los llamados “barones” socialistas han respaldado a su jefe de filas. Eso si, seguirán despilfarrando mientras sus propagandistas se dedican a anunciar a bombo y platillo los recortes inexistentes de sus administraciones autonómicas. Sólo un dato, mientras el Estado Central dispone de 400.000 funcionarios, las Comunidades Autónomas suman la friolera de 1.800.000.

La situación actual tiene una clara correlación con el índice de angustia de la economía española. Este índice de angustia o estrés es el equivalente al Distress Index que realiza Foundation for Economic Education (FEE) para los EE.UU. La extrapolación de datos para la economía española junto con las variables que se han considerado, hacen que el índice de la angustia española sea un buen parámetro para evaluar la situación actual de nuestra economía.
Actualmente, este índice se encuentra en su valor máximo, con un nivel de estrés de 69,65. Los rangos históricos que tenemos para este índice arrojan un valor medio de 44,18 desde junio de 1985 y tienen su mínimo en octubre del 2006, con un valor de 30,75. Su valor actual, se encuentra muy por encima del valor de la crisis del 93, donde alcanzó un valor medio de 55,99 entre 1991 y 1995 y se ha multiplicado por dos en los últimos cinco años.
No obstante, el problema de fondo no es el máximo en el que se encuentra, sino el nivel que puede llegar a alcanzar este índice. Si se cumplen las previsiones más negativas sobre la economía española, este índice puede superar el valor de 75; límite que se podría fijar como el socialmente tolerable ¿Se podría hacer una correlación entre la estabilidad social y éste índice? Probablemente… Y de la oposición ni hablamos.

Uno de los grandes hitos de la ciudadanía fue la toma de la calle, convertir los espacios de las ciudades en lugares cívicos donde reunirse y manifestarse. El final del siglo XVIII trajo consigo un nuevo modelo de relación con los espacios públicos. De la plaza mayor con olor a bruja y hereje a la parrilla se pasó al debate ciudadano. Los espacios públicos siguieron conservando su importancia pero transformados. Los Sans Cullottes hicieron de ellos su universo particular donde los afeitados se imponían hasta la coronilla. Durante dos siglos, nuestras calles han visto desfilar grises con porras en la mano, revoluciones de claveles, filósofos arrancando adoquines, grandes marchas raciales sobre capitales imperiales, un sinfín de movilizaciones que dieron preeminencia a los ciudadanos.

Sin embargo, ese espacio de debate se ve amenazado por un nuevo y curioso fenómeno nacido de la globalización. Al calor de la MTV, la radiofórmula y las búsquedas masivas de google, se han puesto de moda los denominados flashmob, una acción coordinada por un grupo de personas. Podrían pensar ustedes en sesudos happenings, planificados para el debate del transeúnte, pero nada más lejos de la realidad. El pasado sábado, la madrileña plaza de Vázquez de Mella en Cheuca se convirtió en el centro “epicodecadente” de una convocatoria para bailar como Lady Gaga. Alrededor de cien aguerridos muchachotes imitaron a su admirada estrella global con un tipo apodado “Gaga” como conductor de masas. Con sus 18 años este residente del extrarradio (para ser exactos de Fuenlabrada) lucía de manera estrafalaria incluyendo peluca rubia y los terribles tacones que la cantante británica calza en todos los lugares donde puede (o le dejan).
Al ritmo del éxito Telephone donde inteligentemente se juega con el lesbianismo como producto de escándalo para enmascarar una mala canción, los espontáneos bailarines desgranaron movimientos de baile que previamente habían ensayado durante 15 días.

El flashmob se apoya en las redes sociales donde se encuentra el éxito de su convocatoria y posterior difusión con formato de video aficionado. Inteligentemente la publicidad ha coronado la diversidad sexual y racial como superestrella de la publicidad y la cultura popular provocando una profunda crisis de identidad. El mercado se ha apoderado del muticulturalismo y de los géneros del mismo modo que de la cultura juvenil en general, no sólo en tanto que sectores del mercado, sino como fuentes de una imaginería carnavalesca. De este modo, las necesidades y los deseos del mundo han quedado irrevocablemente homogeneizadas. La nacionalidad, la etnia, la lengua, la filosofía y la política quedan reducidos a accesorios coloridos y exóticos asegurándose la destrucción de la identidad creándose un enorme “nosotros”.
Al mismo tiempo, mientras más empresas compiten por ser omnipresentes en el imperio del consumo, todo el concepto del espacio público es objeto de una nueva definición. El ágora se transforma en un espacio banal dispuesto a ser patrocinado y comercializado. Espacios donde las opciones de alternativa, de debate abierto, de crítica y de arte no censurado, desaparecen.